Grand Ole Opry: la catedral del country
El círculo de madera más famoso del country se encuentra en Nashville, bajo los focos del programa de radio de música en directo más longevo del mundo.
A lo largo de estos primeros posts he mencionado varias veces el Grand Ole Opry, el programa de radio más importante para la música country norteamericana. No se puede entender el country sin el Opry, ni el Opry sin el country.
Es precisamente en este 2025 que cumple 100 años, con más de 5000 emisiones consecutivas cada sábado desde finales de 1925, por lo que me apetecía traeros su historia. Poneos el sombrero y las botas de gala, ¡que este sábado (domingo) salimos!
Reunidos ante la radio
Durante las primeras décadas del siglo XX, antes de la llegada de la televisión a los hogares norteamericanos, la radio ocupaba un lugar central en todos los hogares. Información, comunicación y entretenimiento se unían en este aparato que reunía frente a él a niños y mayores en distintos momentos del día.
En Nashville, en 1925, los viernes y sábados por la noche eran momentos reservados para la música, ya fuese en algún honky tonk de la zona, o a través de la radio. La WSM, la radio comercial local, comenzó el 28 de noviembre a emitir WSM Barn Dance, un programa dedicado a la música folk y hillbilly principalmente de violín y banjo que tanto se empezaba a escuchar en la ciudad.
La oficina desde la que se emitía esta música (interpretada en directo, claro está) estaba en el edificio del National Life & Accident Insurance Company, un pequeño estudio construido por iniciativa de uno de los fundadores de la empresa de seguros que era muy aficionado tanto a la música como a la radio. Lo que él no sabía es que, después de aquella primera emisión de lo que consideraba solo un hobby, el programa continuaría viernes y sábados durante 100 años más. En 1974, dejó de emitirse los viernes para continuar sólo los sábados. En el 78, se emitió por primera vez por televisión.
En 1927, cuando ya estaba claro el éxito del programa, la WSM lo renombra y así nace el Grand Ole Opry.
Cuenta Charlie Louvin en su autobiografía que tanto él como sus hermanos, siendo niños, esperaban a que llegase el sábado por la noche con ansias de acercarse a casa de sus vecinos, que tenían radio, y así escuchar el programa. Se reunía tanta gente que tenían que ir rotando para estar dentro del salón, cerca del altavoz. El sistema era: cuando iba a actuar tu artista favorito, pasabas dentro de la casa para escuchar bien. Cuando terminaba su actuación, que normalmente era de 2 o 3 canciones, volvías al exterior para dejar sitio a otro, aunque podías quedarte asomado a la ventana abierta para escuchar el resto del programa. Aquellas emisiones, en las que actuaban unos 7 u 8 artistas cada noche, se convertían en un verdadero evento social.
The Mother Church of Country
Este año, el Grand Ole Opry cumple 100 años. A lo largo de este siglo, el programa ha tenido seis hogares en la capital de Tennessee. El primero de ellos, como ya mencioné, un pequeño estudio en las oficinas del National Life & Accident Insurance Company. WSM, de hecho, son las siglas de “We Shield Millions” (algo así como “protegemos a millones”, el lema de la aseguradora).
No obstante, a medida que el programa iba creciendo (en 1939 comenzó a emitirse a nivel nacional), los músicos y sus bandas eran cada vez más grandes, y la demanda del público cada vez mayor, se fue desplazando a otros espacios, de los cuales el más famoso es el Ryman Auditorium, un auditorio de más de 2000 asientos desde el que se emitió el programa entre 1943 y 1974, y que se bautizó como “Mother Church of Country”. Este lugar sigue siendo propiedad de la cadena, aunque ya solo se utiliza para eventos especiales, y fue allí donde el programa se hizo más popular. Tanto que aquel escenario, sobre todo su espacio central, sería reconocido por cualquiera.
Cuando en 1974 se terminó la construcción de la actual Grand Ole Opry House, con capacidad para más de 4000 espectadores, se cortó el famoso círculo de madera del escenario del Ryman para trasladarlo a la nueva ubicación. Se dice que ahí está la esencia, ya que es el lugar donde se coloca el micrófono principal, y por donde han ido pasando todas las estrellas del country.
A día de hoy, el GOO ha inducido a más de 200 miembros, todos ellos artistas que han contribuido a hacer evolucionar este género desde sus orígenes hasta hoy. Recibir la petición para formar parte de esta lista es un gran honor, ya que se considera un sello de calidad y un gran reconocimiento.
A lo largo de estos 100 años, el Opry se ha convertido no solo en un programa de radio de éxito, sino también en un pilar para la evolución del country como género. Además, ha contribuido de forma decisiva a convertir Nashville en la meca de esta música.
A medida que el programa ganaba popularidad a nivel nacional, la ciudad empezó a atraer a intérpretes, compositores, mánagers y técnicos de grabación de todo el país, profesionales y aficionados que llegaban con la esperanza de hacerse un hueco en el escenario del Opry. Esto, sin duda, generó un efecto llamada que transformó el tejido cultural y económico de Nashville, donde comenzaron a florecer estudios, editoriales musicales y sellos como RCA o Decca.
Lo que comenzó como una emisión de radio a modo de entretenimiento de fin de semana terminó por definir el sonido de toda una ciudad que hoy se reconoce internacionalmente como “Music City”.
Las estrellas del círculo del Opry
Obviamente, lo más importante del Opry han sido sus actuaciones. Por ese escenario han pasado cientos de bandas y músicos, algunos en sus inicios, otros ya con carreras consolidadas. Pero todo aquel que quisiera hacerse un nombre en el country mainstream acabaría por pasar por el Opry. Más bien, desearía pasar por el Opry.
Una de las primeras estrellas del programa, además de una figura clave en la transición entre la música rural tradicional y el country como estilo popular, fue Uncle Dave Macon. Su carisma y presencia escénica, así como su dominio del banjo, lo convirtieron en favorito del público al instante y actuó de forma regular en el programa durante más de 20 años.
Esta actuación no es en el GOO, pero merece la pena que lo veáis en vídeo y los malabares con el banjo al más puro estilo vaudeville.
Tan solo un par de años después de comenzar sus emisiones, en 1927 (con el segregacionismo todavía presente en EEUU), el Opry dio la bienvenida al primer músico afroamericano (y primer armonicista en salir en el programa), Deford Bailey, quien pasaría a ser una de las estrellas mejor pagadas de todo el roster de artistas del momento.
La huella de la Familia Carter también se puede ver en la historia del Opry. Aunque no actuaron tan a menudo como otros artistas, esta auténtica dinastía del country contribuyó a legitimar el programa como escenario principal del género. Las armonías vocales, el cancionero tradicional y la técnica de guitarra de Maybelle Carter (el “carter scratch”, que permitía tocar ritmo y melodía a la vez) influenciarían a las siguientes generaciones. Sería después June Carter, junto a Johnny Cash, quien continuaría este legado actualizando el género en la segunda mitad del siglo XX.
Y ya que lo menciono, aprovecho para hablaros de Johnny Cash. No todo en el Opry brilla bajo los focos. Menos aún si quien está actuando se dedica a reventarlos con el pie de micro, o a patadas. Eso hizo Cash en una actuación en 1965 que le costó una expulsión del programa. Años más tarde, ya rehabilitado y con su carrera en lo más alto, el Opry le dio una segunda oportunidad y lo admitió de nuevo en su escenario.

El propio Cash tendría entre 1969 y 1971 un programa musical (televisivo) en el mismo Ryman Auditorium, The Johnny Cash Show, abriendo una nueva ventana a la evolución del género con artistas de todo tipo. Como anfitrión, ayudó a introducir en el ecosistema country a músicos como Neil Young, Bob Dylan o Kris Kristofferson. Pero esa es una historia, quizás, para otro domingo.
No culpo a los ejecutivos del Opry de expulsar a Cash por su comportamiento (hicieron lo mismo cuando el alcoholismo de Hank Williams se había vuelto insoportable), pero no siempre acertaron en sus opiniones, escoradas hacia el conservadurismo. Por ejemplo, se equivocaron con Elvis Presley. Su primera (y única) actuación fue en 1954, con tan solo 19 años, cantando "Blue Moon of Kentucky", la cara B de su primer sencillo. Pero su estilo rockabilly no causó ninguna buena impresión. El público, que esperaba ver y escuchar country tradicional, frunció el ceño, y los ejecutivos del Opry le dijeron que dejase la música porque aquello no era lo suyo. Oh, well…
También, en 1978, Tanya Tucker fue abucheada por hacer un set de rock and roll, en lugar del sonido más tradicional que se esperaba de ella. No solo los directivos del programa necesitaron abrirse a nuevos sonidos, el público también. Pero seguro que ella se redimió en 2003 cuando se convirtió en la primera persona en entrar en el escenario del Opry a caballo. Sí, habéis leído bien. A caballo.
Lo cierto es que estos 100 años de Opry me darían para escribir varias entregas, ya que a medida que investigo el programa, aparecen más y más anécdotas y actuaciones reseñables. Como la de Richard Nixon en 1974. O la de una Dolly Parton de 13 años, recién salida de los Apalaches. O la de Kitty Wells, después de que se le prohibiese tocar su canción “It wasn’t god who made honky tonk angels”, regresando al escenario del Ryman ya convertida en la primera estrella femenina del country.
Cuando las estrellas se apagan
El círculo del escenario del Opry ha sido testigo de las estrellas del country cuando brillan, pero de algunas también cuando dejan de hacerlo. El hecho de que haya acogido funerales y homenajes póstumos refleja el profundo vínculo emocional entre los artistas y su público, situando al Opry como un lugar prácticamente sagrado dentro del country.
Uno de los más recordados fue el de George Jones, celebrado en 2013, una ceremonia que reunió a grandes leyendas como Alan Jackson, Patty Loveless, Tanya Tucker, etc. y que también estuvo abierto al público para que pudiesen presentar sus respetos ante el ataúd, colocado sobre el escenario.
Un siglo después de aquellas primeras emisiones desde las oficinas de la aseguradora, el Grand Ole Opry se mantiene como símbolo de identidad cultural (y turística, ya que puedes contratar tu tour personalizado entre bambalinas), un círculo de madera bajo los focos en el que cada sábado por la noche se sigue escribiendo la historia del country.
Desde sus orígenes hasta su consolidación como epicentro de la industria musical de Nashville, el Opry ha sido un punto de encuentro y un puente entre generaciones que continúa siendo relevante.